
Cía Intermitencias estrena una joya escénica que emociona sin pronunciar una sola palabra.
La compañía aragonesa Intermitencias ha estrenado su nueva creación, Adiós, un espectáculo sin texto que prescinde del lenguaje verbal para hablar —y muy alto— desde la emoción y la imagen. Presentada en el Teatro del Mercado de Zaragoza, del 20 al 23 de octubre, la propuesta destaca por su sensibilidad, su precisión estética y una narrativa que no necesita palabras para calar hondo.
Dirigida por Arantxa Azagra, que también interpreta junto a Manuel López-Vigo e Inma Oliver, la obra cuenta la historia de Nil y Ada, dos jóvenes que se despiden en una estación con una promesa de reencuentro. Con el paso del tiempo, el hilo que los une se tensa, se transforma, se silencia. Y sin embargo, permanece. La pieza se inspira en el cine mudo y la potencia del lenguaje visual para construir una dramaturgia poética, contenida y profundamente conmovedora.
Con diseño de escenografía y vestuario de Laura Sanz, iluminación de Roberto Gregorio y una envolvente banda sonora que mezcla composiciones de Joan Valent, Portico Quartet y Faustino Cortés con composiciones musicales inéditas, «Adiós» ofrece una experiencia teatral delicada, cinematográfica y evocadora.
Uno de los grandes aciertos de «Adiós» es su conexión directa con el público joven, que ha respondido con entusiasmo a una obra que habla de emociones universales como el amor, la espera, la pérdida o la transformación. Lejos de subestimar la sensibilidad de las nuevas generaciones, la compañía apuesta por un lenguaje escénico contemporáneo, sensible y accesible, capaz de resonar especialmente en jóvenes espectadores que valoran lo visual, lo sugerente y lo auténtico.

Además del estreno en Zaragoza, Adiós ha tenido funciones destacadas en Utebo, así como en Huesca, dentro del ciclo “Jueves a Escena”, donde también recibió una cálida acogida. Cada representación se convierte en un espacio compartido de silencio y emoción, donde lo que no se dice se vuelve protagonista.
Con «Adiós», Cía Intermitencias confirma su compromiso con una escena viva, experimental y profundamente humana. Una obra que no solo se ve, sino que se siente. Una experiencia única que trasciende las palabras y se adentra en el terreno de lo visual y lo sensorial.