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GESTIÓN CULTURAL | Clermont y Ferrand, dos mimos aragonesas “pregoneras” del cine por las calles de Huesca

En la 52ª edición del Festival Internacional de Cine de Huesca, no todo ocurrió dentro de las salas. Hubo también cine sin pantalla, proyecciones sin proyectores, historias sin palabras. Y es que la compañía aragonesa Rumbo Hirundo propuso una singular intervención artística urbana protagonizada por dos mimos, que convirtió las calles del centro de Huesca en escenarios improvisados cargados de humor, poesía visual y sorpresa.

Esta propuesta formó parte del programa de actividades paralelas del festival, cuya misión es expandir la experiencia cinematográfica más allá del recinto tradicional, conectando el arte con la vida cotidiana y fomentando una participación activa del público.

Cuando el cine se vuelve gesto

Los mimos —dos personajes entrañables llamados Ferrand y Clermont, interpretados por Macarena Buera y Sara Sanroman— aparecían en lugares inesperados, en los momentos menos predecibles, con su característico vestuario blanco y una expresividad corporal impecable. Sin necesidad de palabras, contaban historias. Con cada movimiento, evocaban escenas del mejor cine mudo y del clown clásico europeo, haciendo reír, reflexionar o simplemente detenerse a mirar.

El nombre de los personajes no es casual: Ferrand y Clermont rinden homenaje al festival francés de Clermont-Ferrand, referente internacional del cortometraje y galardonado en esta edición del festival oscense con el Premio Pepe Escriche. Una conexión elegante entre homenaje y acción viva, entre Francia como país invitado y el lenguaje universal del mimo.

Teatro en movimiento, cine en vivo

La intervención urbana de Rumbo Hirundo no solo aportó un valor artístico añadido a la programación del festival, sino que también transformó la ciudad en una extensión del cine mismo. Las plazas se convirtieron en escenarios, los paseantes en espectadores y la sorpresa en protagonista.

El público se encontró con el arte sin buscarlo. Niños, adultos, turistas y vecinos se detenían, reían, interactuaban o simplemente observaban cómo estos dos mimos convertían lo cotidiano en extraordinario. Una flor invisible, una carcajada silenciosa, un aplauso inesperado… Todo formaba parte de la película improvisada que Ferrand y Clermont proyectaban, en directo, sobre las calles de Huesca.

Un cine que se toca

Con esta intervención, Rumbo Hirundo reafirma su vocación por una creación escénica que explora nuevas formas de relación con el público y reimagina el espacio urbano como lugar de encuentro, juego y emoción. Porque el arte no siempre necesita butaca, ni el cine necesita siempre pantalla: a veces basta con un gesto, una mirada cómica y el deseo de compartir algo verdadero.

«Ferrand y Clermont no dijeron nada, pero hicieron hablar a toda una ciudad.»

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